miércoles, 16 de diciembre de 2009

EL POLLITO EN...... LA CENA DE LOS HARRYS (RESTAURANTE CLERICÓ)


Buenas a todos, tras un largo periplo sin realizar mis críticas gastronómicas, vuelvo al ruedo de las redes internautas.
El pasado sábado y con motivo de la cena de los ex jugadores del Dínamo Harry fuimos a cenar al restaurante Clericó, situado en la Calle de la Reina nº 15 en Madrid. Antes de comentar tan suculenta cena, quiero recordar mi paso efímero por el Dínamo Harry allá por el año 1997 o 98, en septiembre u octubre (demasiado ya con haberme acordado aproximadamente).
Por aquellos años yo trabajaba con Mascherato, en una famosa multinacional de comida rápida, jugábamos nuestro primer partido de liga frente a la Clínica Moncloa, una panda de mantas que mas adelante le metimos seis u ocho goles, a las nueve de la mañana en el polideportivo municipal de la Ciudad de los Poetas, a las nueve de la.... madrugada, hora fatídica para nuestros intereses lúdicos deportivos. En el Ford Escort del señor Recio, que llevaba el diez sin ser zurdo íbamos, la plantilla disponible completa a excepción de La Saeta, que en esos momentos vivía próximo al terreno de juego alas nueve menos diez salíamos del barrio, Recio, jugador-chofer, Mascherato, excelente guardameta, Juanito, que era un chaval que cuando era niño no la pegaba mal y ante la escasez de jugadores, Mascherato, le fichó en el puesto del Mauro comprando el Marca y yo, que trabajaba, pero al ser mi jefe Mascherato entraba mas tarde.
Con la hora pegada al culo llegamos al campo y presentamos la ficha, La Saeta no había llegado y empezamos cuatro el partido. Nuestros rivales se adelantaban en el marcador, el equipo tenia moral, pero eramos uno menos, resacosos y el pobre Juanillo llevaba sin dar una patada a un bote, hacia años y eso se notaba, lo mejor nuestro eran las camisetas que las estrenábamos y eran azul celeste. Con uno cero acababa la primera parte.
Antes de comenzar el segundo tiempo llegaba La Saeta, que se había quedado dormido y comenzaba el segundo tiempo, dábamos la vuelta al marcador, con un gol mío y al celebrarlo, ¡zas! la rodilla me sonó, como mi clavicula en los San Fermines, me había destrozado y cualquiera no iba atrabajar con el capullo de Mascherato de jefe. Lo que es la vida años mas tarde me caí por un terraplén por ese barrio y me salvo el quedarme colgado de una hiedra, aunque mi maltrecha rodilla se volvió a golpear. Bueno recordando el partido con la rodilla echa trizas y sin nadie en el banquillo, para colmo no podría ponerme de portero, a Juanillo casi le dio una lipotimia y se puso bajo los palos. A falta de un minuto, con Recio muerto, Mascherato de delantero, Juanillo de portero, La Saeta que no sabia donde estaba aun y yo cojo, pasó lo inevitable, el empate a dos de La Clinica Moncloa que debió de ser su resultado mas importante en su historia (quedaron penúltimos) que no recuerdo si fue en propia meta el gol o fue de risa. Luego a trabajar y casi me muero Dios que dolor, agachándome y arreglando el puto jardín, este fue el primer y último día que vestí la casaca de gran equipo. Durante un año retiraron mi número (9), un detallazo, por su parte.
Con el paso del tiempo fue creciendo el club, pero por varios motivos fue decayendo y decayendo, hasta solo quedar de él una pequeña peña de la Primitiva que queda para cenar una vez al año por navidades.
Bueno vayamos a la comida, la verdad es que nos pusimos en manos de Che, metre del local, un restaurante Argentino y la verdad es que el chaval se enrollo muy bien.
Comenzamos con unos sacos de morcillas con una finísima especie de hojaldre relleno con piñones y patatas paja, con salsa de mostaza, PX y otro sabor que no identifique, fantástico, luego Provoletta para mi estaba muy grasienta, un suave chorizo criollo, para luego darnos una degustación de carnes, desde el vacio hasta el solomillo, pasando por el lomo realmente buena y muy jugosa, salí muy contento. Con las carnes nos pusieron unas ensaladas con escarola, radiccio, nueces, canónicos, queso azul o D`Ambert (no lo tengo claro) y pera, muy original. Los postres fueron fantásticos, basados en el típico panqueque, uno de dulce de leche y otro de manzana flambeado, además de Brownies, con helado, no recuerdo si de lata o vainilla y fresa con nata, por supuesto para compartir, café y pelotis yo dos claro fui de los pocos (pandilla de mataos). En la cena nos dieron de beber un vino tinto argentino, no muy explosivo en nariz, con suaves toques de madera y tabaco, mucha lágrima, oscuro y con bastante retrogusto. Todo por unos 36 €uros, osea que el Señor Che se enrollo de miedo. Lugar para volver y quedar bien, la decoración con colores vivos en un salón continuo a otro con colores mas claros en la parte superior y la parte inferior blancos o pastel, la verdad es que no lo recuerdo bien, cuadros algo abstractos, pero no cubistas sobre fondos blancos que también relanzaban los espacios. Lugar recomendado por este gran crítico gastronómico.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre en los malos momentos no se libra de una.menudos deportistas.

rockero despistado